Me he cegado con meterme con nosotros mismos. Seguro que a muchos no les gusta que mi blog hable en ocasiones con desprecio de los españoles pero es que no puedo evitarlo. Pero, no creaís, yo soy también víctima de mis ataques orales. Soy una españolita más, con los vicios y defectos con los que se nace en esta sociedad. Te revelas, pero casi siempre de boquilla. Los que criticamos, en muchos casos, al analizarnos en detalle, vemos que nos sale la vena.
Bueno, a lo que iba. Que tampoco lo siento, sí, mi intención es que se ofendan los que se sientan ofendidos. Ni más, ni menos.
Hace una semana, bueno, el 2 de mayo, celebramos los 200 años del levantamiento del pueblo español en la Guerra de la Independencia. Y ese es el tema. Yo no tengo nada que celebrar. Para mi es una equivocación mayor del pueblo español. Tranquilos, ¡que nadie me muerda! Voy a argumentarlo con mis razones, y a quien no le gusten, pues que se rasque.
La revolución francesa fue un punto y aparte en la historia del mundo. Gracias a la revolución, el Estado, el Gobierno y la sociedad mundial son los que son. Hay que reconocer que fue violenta, pero toda revolución lo es. Y en aquel tiempo, se demostró que era la única forma de avanzar.
Pocos eran los españoles afrancesados, pero los que lo eran tenían sus motivos. Superar al maldito absolutismo, o aquello que se llama «despotismo ilustrado», era imprescindible para el crecimiento del ser humano en sociedad, con todo lo positivo y negativo que eso podía traer. España tenía que haberse unido al movimiento francés. Pero nunca hemos sido un pueblo valiente aunque nos vendan lo contrario. ¿Quien se iba a atrever a cuestionar a Carlos IV y a Fernando VII? Nadie. El pueblo se sentía protegido, el analfabetismo era tal que pocos eran los capaces de hacer análisis críticos. Ojala los liberales de «La Pepa» hubiesen sido afrancesados, hubiesen defendido la separación de poderes. Puede que España no se pareciera en nada a la actual, que viviesemos en una República y tuvieramos muchas más conciencia política y social.
Lo impuesto no gusta, y eso pasó. Le costó entenderlo a Aznar, y le cuesta entenderlo a muchos otros. Los sistemas políticos buenos sólo funcionan si la sociedad en la que se van a implantar los desea. ¿cómo pudo el señorito defender la Guerra de Irak y no defender la invasión de Napoleón? Se contradice, ¿verdad?
No digo que José Botella tuviera que haber gobernado España, no digo que nos invadieran. No es esa la filosofía de este post. La idea es que los españoles tenían que haber apoyado a la revolución francesa, tenían que haberse enfrentado al sistema.
Miro Francia y siento cierta envidia. Miro su sistema social, mucho mejor que el nuestro aunque nos duela, miro su sensibilidad política y su capacidad de movilización (todos sabemos que en Francia un colectivo convoca una huelga, y Francia se paraliza) y siento una envidia profunda. Es verdad que no es un país idílico pero su avance como sociedad ha sido más positivo que el nuestro. Les llevamos años de retraso y siendo vecinos no hemos seguido un camino paralelo por nuestro caracter. Españoles ante todo, aunque sea para mal.
Es verdad que Napoleón era un loco desquiciado pero a Francia no le ha ido nada mal. Quizá nuestra historia y nuestro futuro hubiesen sido tan diferentes si ese 2 de mayo el pueblo hubiese sido afrancesado y Fernando VII hubiese huido para no volver. No puedo entender que fuera «el deseado», ahí está nuestro fracaso.
En la España afrancesada que imagino, el paro no se habría ido al garete por su abuso, los sueldos serían más altos, también las pensiones de jubilación, la gente no compraría casas, las alquilaría y no nos preocuparía una crisis inmobiliaria, el salario mínimo superaría hoy los mil euros y nuestra seguridad social sería idolatrada por muchos.
No digo, que sean perfectos. Tienen a la derecha en el poder, un presidente cuestionable, revoluciones de inmigrantes, sí, pero aún así tenemos que envidiarles.
Estoy segura que esto lo imagino, sólo porque no pasó. La condición humana es quejarse y compararse, si tuvieramos una historia y un presente paralelos a los de Francia, seguro que me comparaba con mi idealizada Suecia, el país con mejor sistema del bienestar del mundo.
La historia es la que es y quizá debíamos seguir el camino que seguimos, pero dejarme el derecho al pataleo y que no celebre el 200 aniversario del 2 de mayo.
En la Francia que yo conozco la gente es desagradable y está perpétuamente encabronada. Normal con el trato que se dispensan entre ellos y a los que les visitan
Son más formales que simpáticos, más rígidos que empáticos y «ne sont pas payés par être sympathiques»
La crisis inmobiliaria no nos preocuparía… total, viviríamos en cámpings en bungalows prefabricados de 30 m2 y estando así, ¿quién quiere pagar 400 euros por una habitación de mierda en un piso que ya era viejo cuando a Hitler le dio por dedicarse a la política? Porque no todos pueden acceder a un HLM
Y no digamos los problemas mentales de la población: en seis meses allí he visto más gente tocada del ala que en 32 años en España.
Y por supuesto, nos moriríamos de ganas de que llegasen las vacaciones para pirarnos a Portugal para encontrar un poco de sentido común, tal como me confesaron algunso de mis compañeros de clase acerca de sus deseos de jubilarse y vivir a partir de entonces aquí.
Y por supuesto, nos pasaríamos eso de la liberté, la fraternité y la egalité cuando nos conviniese, que la Grandeur no se levantó con buenos modales y se mantuvo quemando camiones en la frontera.
Y nuestro funcionariado alcanzaría cotas de eficiencia desconocidas al norte del África subsahariana (pero notablemente populares por allí). No he visto ningún funcionario más laxo, incapaz y sumamente desinformado que uno que haya salido de esa escuela de administración pública que tienen y que tanto celebran en privado (con tacos, muchos tacos)
La verdad, ojalá fuésemos como los alemanes. Rígidos y todo lo que quieras, pero trabajadores y educados.
Pues eso, que yo tampoco celebro el dos de mayo… pero sí no tener la mentalidad de los habitantes de ese país tan simpático para mí (hasta que me dio por ir hasta allí y llevarme el chasco de mi vida)
Yo no creo que la cuestión sea envidiar o no envidiar. La cuestión es más bien que clase de sociedad queremos para nosotros y desde luego no pasa por imitar el modelo de la sanidad francesa (pague por adelantado y ya cobrara), de su educación pública (igual o peor que la de la de aqui) o su modelo político presidencialista.
Lo que ha de preocuparnos es que se incremente el gasto social, promover políticas sociales, ser más socialdemocratas y cambiar el zapaterismo por el socialismo democrático (que no el socioliberalismo ni la Internacional Socialista).
Branhunter, me parece perfecto lo que tu propones, pero sé realista: tal y como somos, nunca aceptaremos una política con una justa retribución y distribución de impuestos para que se pueda incrementar el gasto social. El liberalismo en España es imparable y hay que luchar por su suavización ya que su desaparción aunque es deseable, hoy por hoy es un sueño.
La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa.
A mí me cuesta imaginarme una España afrancesada, ni me gusta, ni me disgusta, simplemente que no soy dado a los futuribles. «Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible» que dijo, por cierto, un francés, Charles Maurice de Talleyrand, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente después de la Revolución de 1789, participante del golpe de estado de Napoleón, de quien fue ministro (marioneta) de exteriores; acusado de traición por el mismo emperador. En 1814, previendo la caída del Imperio, dejó en bandeja París a Luis XVIII, de quien también fue ministro de exteriores durante la primera restauración y quien le hizo renunciar a su cargo un año después… En todos los sitios cuecen habas.
El modelo educativo español actual es igual o peor que el français porque se lo copiamos a ellos, incluso sabiendo que era horripilante. Es otra de nuestras virtudes (culo veo, culo quiero).
¿Qué pasa con la Internacional Socialista? No he entendido muy bien.
Ey, ¿dónde está ese òptimismo? Tampoco nos vamos a resignar a ser la minibarricada de un ejército imparable. ¡No nos resignemos!
Lo de la Internacional Socialista era para remarcar que socialismo no es necesariamente igual a partidos llamados socialistas.