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Una vez más, la sinrazón

Llevó muchos días sin escribir pero es que llevo una vida un poco caótica últimamente. Pero aquí estoy y por nada bueno.

En menos de 24 horas tres atentados, 1 muerto y bastantes heridos. Si ETA ha tenido alguna vez cabeza, ya la ha perdido. No tienen ningún sentido. Sí, muchos diréis que el terrorismo no lo tiene, ya lo sé. Pero hace dos años, albergaba una esperanza. Una esperanza que ha volado entre el humo, la destrucción, las amenazas, las ilegalizaciones…

Muchas veces me he mostrado contraria a la ilegalización de partidos, y sigo en contra, por mucho que mate ETA, nadie va a convencerme de que quitarle la opción de voto a miles de personas sea bueno. Sólo sirve para esto: para la barbarie. Para darles excusas a los asesinos.

Muchos creéis que permitir que la izquierda aberchale tenga partidos políticos es financiar al terrorismo, darle legalidad. Yo no lo creo. Terrorista es aquel que mata, no aquel que habla, por muchas barbaridades que diga.

No ilegalizar no es ceder, como tampoco lo era dialogar. Pero ese camino se perdió y parece que tardará mucho tiempo en encauzarse un camino como aquel. Por unos y por otros, todo parece perdido y no hay nada peor que una sociedad pierda la esperanza.

ETA sigue sin aceptar que los vascos deciden y deciden sin sus armas, porque son un pueblo con capacidad para hacerlo y deben tener la libertad de hacerlo, sean o no nacionalistas. Pero esta misma lección, la tenemos que aprender los españoles, que ETA no debe conseguir que cambiemos nuestros principios de libertad y estado de derecho, cosa que hacemos con el argumento: «no vamos a darles lo que quieren«.

Todos, españoles de derechas e izquierdas, vascos, etarras, todos, debemos aceptar que el pueblo vasco ha de hacer lo que decida como pueblo, que nadie ( ni unos ni otros) podemos imponer ya que la imposición lleva unida un sentimiento de rechazo que acabará en conflicto entre todos.

Castigar con el estado de derecho, dialogar con el estado de derecho, utilizarlo para que no haya ni un muerto más. Crezcamos como sociedad y consigamos frenar nuestra inmadurez como pueblo y sepamos llegar a un punto de inflexión en el que ETA no tenga sentido de ser, no haya muertos y todos los vascos tengan su opción política representada en un partido al que poder votar para conseguir sus aspiraciones como sociedad.

Eso espero.

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Otra razón más para la memoria histórica

La maleta de Agustí Centelles y sus secretos es una razón más para exigir que haya una ley digna de la memoria histórica. Las vergüenzas españolas escondidas en una maleta, que se abrió en 1976 pero que no han supuesto nada. ¿cómo podemos seguir con nuestras vidas después de ver la verdad? Ya no pido que reclamemos los procesos de Chile, pero un mínimo de dignidad y de reconocimiento, ya no sólo a los muertos, si no a todos aquellos que vivieron con miedo durante cuarenta años.

Esta maleta y las miles que hubo y se perdieron son un ejemplo más de lo miserable que es meter la basura debajo de la alfombra.

No entiendo ni entederé jamás que los españoles solo miremos hacia delante, porque el que camina sin conocer sus pasos puede tropezar incesantemente.

Por la dignidad del pueblo español y de una verdadera ley sobre la memoria histórica.

Las más pobres entre los pobres siempre son las mujeres

A parte de la muerte, de la crueldad extrema de ETA, que invadida por la sin razón, hoy ha vuelto a matar, el protagonismo del día está en manos de las mujeres. En España, por una parte, porque el Tribunal Constitucional ha avalado la Ley contra la violencia de género y, por otra, junto con África por el III Encuentro de Mujeres africanas y españolas por un mundo mejor.

Las mujeres en todas partes, en todos los países, desde Occidente a Oriente, son las más pobres entre los pobres. La situación de la mujer se mantiene en un plano de inferioridad frente a los hombres a nivel mundial.

La mayoría de los 1.500 millones de personas que viven con 1 dólar o menos al día son mujeres. Además, la brecha que separa a los hombres de las mujeres atrapados en el ciclo de la pobreza ha seguido ampliándose en el último decenio, fenómeno que ha llegado a conocerse como «la feminización de la pobreza«. En todo el mundo, las mujeres ganan como promedio un poco más del 50% de lo que ganan los hombres.

Las mujeres que viven en la pobreza a menudo se ven privadas del acceso a recursos de importancia crítica, como los préstamos, la tierra y la herencia. No se recompensa ni se reconoce su trabajo. Sus necesidades en materia de atención de la salud y nutrición no son prioritarias, carecen de acceso adecuado a la educación y a los servicios de apoyo, y su participación en la adopción de decisiones en el hogar y en la comunidad es mínima. Atrapada en el ciclo de la pobreza, la mujer carece de acceso a los recursos y los servicios para cambiar su situación.

Y, aunque a la mayoría de los hombres les duela, son las mujeres las que sustentan el mundo. Los niños se hacen hombres gracias a ellas, a nosotras. «Cuando un hijo pide comida, éste dice: -Mamá tengo hambre. Casi nunca dicen papá», sentenciaba ayer una ministra de Guinea-Bissau. Esto pasa a lo ancho y largo de este mundo.

En los países subdesarrollados, las mujeres trabajan en el campo, en la casa, producen pero no reciben. Son las que menos comen pero las que más dan de comer. Y, también son las que luchan, las que se rebelan en África, cuando les falta el pan a sus hijos.

El mundo sigue su curso, se mueve día a día, y en parte es gracias a las mujeres. Pero nadie ve y nadie oye. Es triste pero la pobreza y la violencia son un mal especialmente sufrido por la mujer, la europea, la americana, la asiática y, sobre todo, por la africana.

Está en nuestras manos cambiar, muchos nos acusan de sexistas cuando se piden leyes y medidas que primen a la mujer sobre el hombre, pero la única forma de avanzar es hacer oídos sordos. Dichas leyes y medidas son necesarias. La mujer no es igual que el hombre, afirmar lo contrario sería mentir. Nos diferenciamos física y psicológicamente, y, por supuesto, ni unos ni otros somos seres superiores. Lo único que queremos reclamar son los mismos derechos, la igualdad de oportunidades y mientras esto no sea una realidad por sí sola habrá que promover normativas que obligan a hacer un hecho esta igualdad de derechos.

Y no sólo es eso, mientras parte del mundo, de los hombres, esté, nos guste o no, en manos de mujeres, debemos luchar por conseguir que la mujer esté en donde se merece.

Por desgracia no elegimos ni el género ni el lugar donde nacemos. Esto condena a diario a miles de personas. Y el mundo sigue indiferente.

Menos mal que hay mujeres, y también hombres, que luchan por sacar a la mujer de su marginalidad económica y social. De defenderla frente a la violencia de los hombres, violencia que causa tantas y tantas muertes.

Al menos una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sido golpeada, coaccionada sexualmente o ha sufrido otro tipo de abuso en su vida. La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema con proporciones de epidemia, quizás la violación de los derechos humanos más generalizada de las que conocemos hoy en día. Destroza vidas, rompe comunidades y detiene el desarrollo. Pero se ven pocas pancartas, nadie clama contra el genocidio, porque ir contra una parte determinada de la población, es genocidio.

Las estadísticas muestran un panorama desolador en relación con las consecuencias de la violencia contra la mujer (incluso el Consejo de Europa ha llegado a declarar la violencia contra la mujer como una emergencia de salud pública y como causa mayor de muerte y discapacidad de mujeres entre 16 y 44 años). En un informe del Banco Mundial, se estimaba que la violencia contra la mujer era una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad de procrear tan seria como el cáncer y una causa de mala salud más frecuente que los accidentes de tráfico y la malaria juntos. (Datos de UNIFEM).

Datos escalofriantes que dan que pensar. No saben lo afortunada que me siento ahora mismo por estar sentada tranquilamente en mi sofá, con la nevera llena, un marido que me quiere y me respeta y la libertad de decidir sobre mi sexualidad y sobre mi maternidad. Sí, como española, como europea, sigo sufriendo discriminación. Tengo menos oportunidades que un hombre en el mundo laboral, y si quiero acercarme a su éxito profesional tengo que renunciar a mi vida familiar, al derecho que tengo por ser mujer y ciudadana de ser madre. Pero claro, las comparaciones son odiosas, y comparar me hace afortunada. Tristemente.

Este encuentro entre españolas y africanas es un pequeño paso adelante. Las mujeres africanas sufren doblemente, por mujeres y por pobres, pero andan y andan con pasos firmes para reivindicar sus derechos como mujeres y como pilar del desarrollo y del futuro del continente africano.

Entre las pocas mujeres presidentas de gobierno, una es africana. Ellen Johnson-Sirleaf es la actual presidenta de Liberia y si el poder no la corrompe, las mujeres (por desgracia) también nos corrompemos, luchará por sacar a su país de la cadena de guerra y miseria. Solicitando el voto dejó una frase para la historia de ese país: «Todos los hombres le han fallado a Liberia, dejemos que lo intente una mujer«.

Esta es una muestra de la lucha por las mujeres africanas por existir, por no ser sólo la sombra que muere por dar de comer a sus hijos, la que muere mutilada, violada. El principal objetivo debe ser garantizar la plena libertad de la mujer para elegir, para decidir.

Que la voz de las mujeres del mundo se sacuda, no demos nada por sentado. Vamos por el buen camino, pero queda mucho por hacer. Nuestro gobierno quiere promover la creación de un fondo de género en la ONU. Esperemos que no se quede en palabras. Esperemos que una vez creado sirva para algo y no sea desperdiciado.

El avance de la mujer parte de la educación, empezando por la educación de las propias mujeres ya que son ellas las primeras en la cadena de transmisión de principios y valores a las generaciones futuras. Esto no sólo es cosa de mujeres, los hombres, también participan. Las mujeres son madres e hijas antes que mujeres.

Abramos los ojos a un problema que intenta pasar desapercibido, sólo el grito activo de todos conseguirá allanar el camino a las mujeres futuras.

España a la francesa

Me he cegado con meterme con nosotros mismos. Seguro que a muchos no les gusta que mi blog hable en ocasiones con desprecio de los españoles pero es que no puedo evitarlo. Pero, no creaís, yo soy también víctima de mis ataques orales. Soy una españolita más, con los vicios y defectos con los que se nace en esta sociedad. Te revelas, pero casi siempre de boquilla. Los que criticamos, en muchos casos, al analizarnos en detalle, vemos que nos sale la vena.

Bueno, a lo que iba. Que tampoco lo siento, sí, mi intención es que se ofendan los que se sientan ofendidos. Ni más, ni menos.

Hace una semana, bueno, el 2 de mayo, celebramos los 200 años del levantamiento del pueblo español en la Guerra de la Independencia. Y ese es el tema. Yo no tengo nada que celebrar. Para mi es una equivocación mayor del pueblo español. Tranquilos, ¡que nadie me muerda! Voy a argumentarlo con mis razones, y a quien no le gusten, pues que se rasque.

La revolución francesa fue un punto y aparte en la historia del mundo. Gracias a la revolución, el Estado, el Gobierno y la sociedad mundial son los que son. Hay que reconocer que fue violenta, pero toda revolución lo es. Y en aquel tiempo, se demostró que era la única forma de avanzar.

Pocos eran los españoles afrancesados, pero los que lo eran tenían sus motivos. Superar al maldito absolutismo, o aquello que se llama «despotismo ilustrado», era imprescindible para el crecimiento del ser humano en sociedad, con todo lo positivo y negativo que eso podía traer. España tenía que haberse unido al movimiento francés. Pero nunca hemos sido un pueblo valiente aunque nos vendan lo contrario. ¿Quien se iba a atrever a cuestionar a Carlos IV y a Fernando VII? Nadie. El pueblo se sentía protegido, el analfabetismo era tal que pocos eran los capaces de hacer análisis críticos. Ojala los liberales de «La Pepa» hubiesen sido afrancesados, hubiesen defendido la separación de poderes. Puede que España no se pareciera en nada a la actual, que viviesemos en una República y tuvieramos muchas más conciencia política y social.

Lo impuesto no gusta, y eso pasó. Le costó entenderlo a Aznar, y le cuesta entenderlo a muchos otros. Los sistemas políticos buenos sólo funcionan si la sociedad en la que se van a implantar los desea. ¿cómo pudo el señorito defender la Guerra de Irak y no defender la invasión de Napoleón? Se contradice, ¿verdad?

No digo que José Botella tuviera que haber gobernado España, no digo que nos invadieran. No es esa la filosofía de este post. La idea es que los españoles tenían que haber apoyado a la revolución francesa, tenían que haberse enfrentado al sistema.

Miro Francia y siento cierta envidia. Miro su sistema social, mucho mejor que el nuestro aunque nos duela, miro su sensibilidad política y su capacidad de movilización (todos sabemos que en Francia un colectivo convoca una huelga, y Francia se paraliza) y siento una envidia profunda. Es verdad que no es un país idílico pero su avance como sociedad ha sido más positivo que el nuestro. Les llevamos años de retraso y siendo vecinos no hemos seguido un camino paralelo por nuestro caracter. Españoles ante todo, aunque sea para mal.

Es verdad que Napoleón era un loco desquiciado pero a Francia no le ha ido nada mal. Quizá nuestra historia y nuestro futuro hubiesen sido tan diferentes si ese 2 de mayo el pueblo hubiese sido afrancesado y Fernando VII hubiese huido para no volver. No puedo entender que fuera «el deseado», ahí está nuestro fracaso.

En la España afrancesada que imagino, el paro no se habría ido al garete por su abuso, los sueldos serían más altos, también las pensiones de jubilación, la gente no compraría casas, las alquilaría y no nos preocuparía una crisis inmobiliaria, el salario mínimo superaría hoy los mil euros y nuestra seguridad social sería idolatrada por muchos.

No digo, que sean perfectos. Tienen a la derecha en el poder, un presidente cuestionable, revoluciones de inmigrantes, sí, pero aún así tenemos que envidiarles.

Estoy segura que esto lo imagino, sólo porque no pasó. La condición humana es quejarse y compararse, si tuvieramos una historia y un presente paralelos a los de Francia, seguro que me comparaba con mi idealizada Suecia, el país con mejor sistema del bienestar del mundo.

La historia es la que es y quizá debíamos seguir el camino que seguimos, pero dejarme el derecho al pataleo y que no celebre el 200 aniversario del 2 de mayo.

Rosario, la Dinamitera: una razón más para la defensa de la memoria histórica

Rosario, la Dinamitera, falleció hace unas semanas. La musa de Miguel Hernandez murió a los 88 años. Pero, ¿Por qué he decidido hablar hoy sobre ella?

La verdad es que es por ella y por todos aquellos que dieron su mano, su pierna o su vida por defender en lo que creían. España les debe mucho, todos les debemos mucho. Nuestro sistema actual es tal gracias a la 2ª República y a todos aquellos que lucharón hasta el final por ella. El fascismo venció y con ello supuso el olvido de tantos heroes y heroinas.

Rosario llegó a Madrid y se hizo militante comunista antes de que estallara la Guerra Civil. Cuando comenzó la guerra tenía diecisiete años y se incorporó a las Milicias Obreras del Quinto Regimiento. Rosario, como cualquier chica de su edad, no conocía nada de instrucción militar ni de artillería. Con las milicianas republicanas, entre ellas Angelita Martínez, Consuelo Martín, Margarita Fuente y Lina Odena, participaron por primera vez en el frente y armadas, lejos de las tareas clásicas de auxiliares y enfermeras de la mujer en la guerra. Tras dos semanas de enfrentamientos, en las que lograron contener a los rebeldes nacionales, la guerra en la sierra dejó de ser una batalla abierta para convertirse en una batalla de posiciones y fue destinada a la sección de dinamiteros, fabricando bombas de mano caseras. Allí, manipulando dinamita, perdió una mano al estallarle un cartucho, acto cantado por Miguel Hernández en el poema Rosario, dinamitera. Herida de gravedad, la operaron en el hospital de sangre de la Cruz Roja en La Cabrera, donde consiguieron salvarle la vida.

En aquel momento era la única mujer dinamitera. La pérdida de su mano la hizo más fuerte y luchadora. Siguió combatiendo hasta el fin de la guerra cuando tuvo que huir con su padre. Los capturaron y ella fue encarcelada y condenada a muerte. Al final, le conmutaron la pena a cambio de 30 años de prisión.

En la democracia se le concedió un estanco, debe ser por agradecimiento, por dar su mano a cambio de la democracia y la libertad. ¡Que ironía!

No entiendo nada. Nada de lo que ocurre en este país, de cómo somos capaces de mirar a otro lado, de echar tierra a las heridas. En otros países con historias igual de terribles que la nuestra se penalizan y prohiben partidos que defendieron la barbarie, que aniquilaron los derechos humanos. Hacen homenajes a las víctimas y les dedican un gran espacio en la agenda. Incluso, el mundo quiso reconocer a otras víctimas y les entregó un país (ya dije mi opinión al respecto hace poco). Yo no pido tanto.

Reclamo un reconocimiento a Rosario, a las Trece Rosas y a tantas y tantas mujeres, y a tantos y tantos hombres que murieron, fueron asesinados, torturados, exiliados por sus ideas en nuestro país. Que se dedique un espacio cultural, en las calles, en los institutos, en las universidades. Repito uno de mis lemas: «el pueblo que olvida su historia, se ve condenada a repetirla». El conocimiento de lo que ocurrió no debe ser tan sólo en la clase de historia. Tiene que haber jornadas, conferencias, actos dedicados a los defensores de la patria. Por que ellos son los que realmente la defendieron ya que España es una tierra libre, que lucha por mejorar, por respetarse a si misma, gracias a ellos.

Y lo que más colma mi paciencia, que me hace gritar y enfurecerme es que nadie persiga ni impida que partidos como la Falange sigan existiendo y puedan presentarse a las elecciones. No voy a meterme si estoy o no de acuerdo con la Ley de partidos (tengo que dejarme temas para otros posts), pero si existe y está vigente es para que se aplique a todos por igual. Si Batasuna es ilegal, otros partidos que defienden y abogan por la violencia deben ser también ilegales.

¿Cómo es posible que haya partidos como España Nueva, la Falange? ¿Como es posible que nadie se revele? No comprendo que a nadie le parezca mal. Y entiendo que muchos de nuestros abuelos se revuelvan en su tumba.

¿Cómo es posible que si defiendes la Ley de Memoria Histórica te acusen de comunista? Apoyar la defensa de la memoria histórica es un sintoma de demócrata, de justo, de digno, pero no de comunista. Es muy triste que determinados medios de comunicación sigan en la defensa de las dos Españas cuando lo pertinente es enterrar a la dictatorial, la fascista y la injusta. Sólo debe existir una España, la de la democracia y el respeto, pero también la de la justicia. Un país no puede crecer si aún tiene escondidas fosas comunes, si no reconoce a sus heroes y si no castiga a los culpables.

Si, muchos, dirán: «eso provocaría otra guerra civil«. Eso dijeron en la transición, para que tragasemos tantas cosas que provocarán problemas durante años. Sí, nos amenzan los pocos que quedan. Nos chantajean y bajamos la cabeza. Lo hicimos, lo hacemos y lo haremos. Me duele pero me resigno, debe ser la condición del español. La ley de defensa histórica no fua aplaudida como tuvo que ser y para poder ver la luz tuvo que rebajar su nivel de justicia ¿Pero cómo es posible?

Realmente no lo sé. La maduración de España como país está aún por llegar y estamos lejos, si señor, muy lejos. Y mientras no saldemos las cuentas con el pasado, la historia se cuente a medias y nuestras calles y parques conserven símbolos franquistas, no daremos ni un paso adelante.

Sé que no es mucho, que la sociedad debería haberte reconocido, a tí y a tantos otros, pero este es mi homenaje. Va por tí, Rosario.

¿Libertad religiosa en España?

Voy a volver a tocar un tema controvertido. Muchos, incluso muchos progresistas, dan señales de queja antes temas como la libertad religiosa en la escuelas.

¿Son iguales todos los españoles? ¿son iguales todos los alumnos de una escuela? ¿hay igualdad entre comunidades en libertades básicas? ¿permitimos la libertad religiosa en las escuelas o eliminamos la religión de las escuelas?

El debate es intenso. La Constitución española en su artículo 16.1 y 16.2 defiende la libertad religiosa en nuestro país y establece que ninguna religión tendrá caracter estatal y que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Es curisoso ver como este artículo de la Constitución, la biblia de nuestro país y todos sus ciudadanos no se respeta mientras políticos de uno u otro partido se llenan la boca diciendo defenderla. En este, y en otros aspectos, nuestra Constitución es vulnerada.

¿España no tienen una religión estatal? Oficialmente no pero en la práctica, evidentemente, sí. Los católicos gozan de un estatus del que no gozan los creyentes y practicantes de otras religiones. Muchos dirán que es porque es mayoritaria pero la Constitución no refleja esta situación. Defiende que todos somos iguales, creamos en Dios o no, creamos en un Dios o en otro.

Esto es una información de hechos. La Iglesia Católica tiene poder en muchos sectores de la vida del ciudadano español. Desde el primer momento en que el Gobierno destina presupuesto y permite que los colegios e institutos públicos tengan una asignatura que se llama «Religión» (católica, claro) y es financiada por el bolsillo de todos, no puede decirse que haya igualdad en la defensa de la libertad religiosa. Del mismo modo, las instituciones católicas están presentes en otros organismos institucionales, y en casos extremos se producen situaciones como la que la Señora Aguirre quiere plantear en la Comunidad de Madrid, introducir autoridades católicas en los comités médicos para que decidan en la vida de las personas y haya una injerencia médica en toda regla.

La libertad religiosa no se limita a dejar que cada uno crea en lo que quiera. La libertad religiosa en los colegios es que los 119.000 niños musulmanes inscritos en escuelas públicas de nuestro país puedan estudiar su religión del mismo modo que los niños católicos pueden. Que su alternativa actualmente es renunciar a sus creencias en el ámbito escolar y optar por la ética.

Esta injusticia es relevante en el mismo momento en el que miramos las cifras. Actualmente 15.000 personas son docentes de catolicismo frente a los 41 que lo son de religión musulmana. Es verdad que se paga con presupuestos del Estado y esto supone un gran desembolso de dinero para el Gobierno, pero la ley es clara, si lo hacemos con unos lo hacemos con otros.

Pero el debate ha de ir más allá. La cuestión ya no sólo es si se respeta o no, sino si la escuela debe inmiscuirse en asuntos religiosos. Si España tuviese el coraje de enfrentarse a la poderosa Santa Sede y decidiese lo más correcto, lo más sensato, tanto para el bolsillo de las arcas del Estado como para la defensa exacta de la libertad religiosa.

Nadie vulnerará nada si la religión se cultiva en el hogar, en las Iglaesias y Mezquitas, o los templos de otras religiones. Cada uno debe creer en lo que quiera y la única forma de defender esto en plena libertad es que el Estado no se inmiscuya. No digo nada de las escuelas privadas, con financiación propia decide qué es lo que quieres enseñar (dentro de unas reglas), pero que las escuelas pagadas por todos respeten a todos por igual.

La religión pertenece a la esfera privada de la persona y es una creencia muy particular. Las escuelas deben enseñar valores universales y reglas mínimas de comportamiento, más allá, se inmiscuye en esta esfera íntima de la persona.

Hace días que España debería haber tomado la decisión de ser un país laico y no el termino tan confuso de aconfesional, con el que en pos de la tradición se vulneran derechos de personas creyentes en otros dioses, tan respetables como el de los católicos.

Yo soy agnóstica, dudo de la existencia de Dios pero no la niego. Sé que no soy conocedora de ninguna verdad absoluta, si es que existen las verdades absolutas, por lo que jamás afirmaría con rotundidad: Dios no existe.

El ser humano necesita creer en algo, el miedo a la muerte nos hace débiles y la existencia de un ser superior que decida nuestros destinos, tranquiliza. Pero ¿quienes somos para decirles a unos u otros como debe de ser su dios y su creencia? Creer debe ir unido a los derechos humanos, sólo eso. Es verdad, que diariamente, miles de personas matan en nombre de uno u otro Dios, ¿realmente estos creen en algún Dios?

La conversación entorno a la religión es larga y tendida pero lo que esta claro es que mientras nuestro país decida que debe financiar la religión en las escuelas, debe comprometerse a la financiación de todas.

Para mí, la religión está en el hogar de cada uno, pero si el Estado decide lo contrario que siga su normativa estrictamente. Que nadie vea sus derechos como alumno y como ciudadano mermados en pos de nada. Que si creemos que la religión debe estar presente en nuestra sociedad, que seamos coherentes con nuestra Constitución: España no tiene ninguna confesión estatal. Todo lo contrario a esto es anticonstitucional.

Mientras que ningún Gobierno asuma la responsabilidad de dejar fuera de las aulas la religión, que asuma en los presupuestos profesores de todas las religiones, cuesten lo que cuesten. Lo importante es ser coherente y la libertad religiosa es un principio fundamental. Seamos valientes, el bolsillo de todos nos lo agradecerá y hagamos cumplir algo que en estos momentos se vulnera diariamente.

Sí a la religión, a la libertad de creencias, pero en nuestra intimidad, en nuestras casas.