¿Libertad religiosa en España?

Voy a volver a tocar un tema controvertido. Muchos, incluso muchos progresistas, dan señales de queja antes temas como la libertad religiosa en la escuelas.

¿Son iguales todos los españoles? ¿son iguales todos los alumnos de una escuela? ¿hay igualdad entre comunidades en libertades básicas? ¿permitimos la libertad religiosa en las escuelas o eliminamos la religión de las escuelas?

El debate es intenso. La Constitución española en su artículo 16.1 y 16.2 defiende la libertad religiosa en nuestro país y establece que ninguna religión tendrá caracter estatal y que los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Es curisoso ver como este artículo de la Constitución, la biblia de nuestro país y todos sus ciudadanos no se respeta mientras políticos de uno u otro partido se llenan la boca diciendo defenderla. En este, y en otros aspectos, nuestra Constitución es vulnerada.

¿España no tienen una religión estatal? Oficialmente no pero en la práctica, evidentemente, sí. Los católicos gozan de un estatus del que no gozan los creyentes y practicantes de otras religiones. Muchos dirán que es porque es mayoritaria pero la Constitución no refleja esta situación. Defiende que todos somos iguales, creamos en Dios o no, creamos en un Dios o en otro.

Esto es una información de hechos. La Iglesia Católica tiene poder en muchos sectores de la vida del ciudadano español. Desde el primer momento en que el Gobierno destina presupuesto y permite que los colegios e institutos públicos tengan una asignatura que se llama «Religión» (católica, claro) y es financiada por el bolsillo de todos, no puede decirse que haya igualdad en la defensa de la libertad religiosa. Del mismo modo, las instituciones católicas están presentes en otros organismos institucionales, y en casos extremos se producen situaciones como la que la Señora Aguirre quiere plantear en la Comunidad de Madrid, introducir autoridades católicas en los comités médicos para que decidan en la vida de las personas y haya una injerencia médica en toda regla.

La libertad religiosa no se limita a dejar que cada uno crea en lo que quiera. La libertad religiosa en los colegios es que los 119.000 niños musulmanes inscritos en escuelas públicas de nuestro país puedan estudiar su religión del mismo modo que los niños católicos pueden. Que su alternativa actualmente es renunciar a sus creencias en el ámbito escolar y optar por la ética.

Esta injusticia es relevante en el mismo momento en el que miramos las cifras. Actualmente 15.000 personas son docentes de catolicismo frente a los 41 que lo son de religión musulmana. Es verdad que se paga con presupuestos del Estado y esto supone un gran desembolso de dinero para el Gobierno, pero la ley es clara, si lo hacemos con unos lo hacemos con otros.

Pero el debate ha de ir más allá. La cuestión ya no sólo es si se respeta o no, sino si la escuela debe inmiscuirse en asuntos religiosos. Si España tuviese el coraje de enfrentarse a la poderosa Santa Sede y decidiese lo más correcto, lo más sensato, tanto para el bolsillo de las arcas del Estado como para la defensa exacta de la libertad religiosa.

Nadie vulnerará nada si la religión se cultiva en el hogar, en las Iglaesias y Mezquitas, o los templos de otras religiones. Cada uno debe creer en lo que quiera y la única forma de defender esto en plena libertad es que el Estado no se inmiscuya. No digo nada de las escuelas privadas, con financiación propia decide qué es lo que quieres enseñar (dentro de unas reglas), pero que las escuelas pagadas por todos respeten a todos por igual.

La religión pertenece a la esfera privada de la persona y es una creencia muy particular. Las escuelas deben enseñar valores universales y reglas mínimas de comportamiento, más allá, se inmiscuye en esta esfera íntima de la persona.

Hace días que España debería haber tomado la decisión de ser un país laico y no el termino tan confuso de aconfesional, con el que en pos de la tradición se vulneran derechos de personas creyentes en otros dioses, tan respetables como el de los católicos.

Yo soy agnóstica, dudo de la existencia de Dios pero no la niego. Sé que no soy conocedora de ninguna verdad absoluta, si es que existen las verdades absolutas, por lo que jamás afirmaría con rotundidad: Dios no existe.

El ser humano necesita creer en algo, el miedo a la muerte nos hace débiles y la existencia de un ser superior que decida nuestros destinos, tranquiliza. Pero ¿quienes somos para decirles a unos u otros como debe de ser su dios y su creencia? Creer debe ir unido a los derechos humanos, sólo eso. Es verdad, que diariamente, miles de personas matan en nombre de uno u otro Dios, ¿realmente estos creen en algún Dios?

La conversación entorno a la religión es larga y tendida pero lo que esta claro es que mientras nuestro país decida que debe financiar la religión en las escuelas, debe comprometerse a la financiación de todas.

Para mí, la religión está en el hogar de cada uno, pero si el Estado decide lo contrario que siga su normativa estrictamente. Que nadie vea sus derechos como alumno y como ciudadano mermados en pos de nada. Que si creemos que la religión debe estar presente en nuestra sociedad, que seamos coherentes con nuestra Constitución: España no tiene ninguna confesión estatal. Todo lo contrario a esto es anticonstitucional.

Mientras que ningún Gobierno asuma la responsabilidad de dejar fuera de las aulas la religión, que asuma en los presupuestos profesores de todas las religiones, cuesten lo que cuesten. Lo importante es ser coherente y la libertad religiosa es un principio fundamental. Seamos valientes, el bolsillo de todos nos lo agradecerá y hagamos cumplir algo que en estos momentos se vulnera diariamente.

Sí a la religión, a la libertad de creencias, pero en nuestra intimidad, en nuestras casas.

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