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Ya hay combustible del futuro

Hace un tiempo escribí un post sobre los biocombustibles dudando si eran tan sumamente malos como apuntaban. Señalé que el problema era los biocombustibles que se estaban utilizando y que existen alternativas.

Los biocombustibles de segunda generación son la solución a la crisis del petróleo y parte de la solución del deterioro del medio ambiente ya que emiten un mínimo de CO2 y además, no provocarían ni hambre ni miseria, más aún, generarían puestos de trabajo.

Con respecto a esto, encontré la semana pasada un artículo en el Blog de Energías Renovables sobre la utilización de las algas como recurso energético, siendo un biocombustible de segunda generación perfecto debido a sus características.

Sus ventajas son muchas y pocos sus inconvenientes. Sería un combustible fácilmente biodegradable, tienen una alta rentabilidad ya que crecen muy rápido, no se necesitan grandes zonas de cultivo y además pueden servir para potenciar zonas del Tercer Mundo si se dedican a su cultivo.

Vamos, que esas algas asquerosas de las playas, esas a las que tanto odio tengo son la gasolina del futuro. Curioso, muy curioso, Yo que tantas veces de niña rogué que desaparecieran de la faz de la tierra, hoy me alegro enormemente de que existan y sirvan para alentar la esperanza de que si se puede vivir sin petróleo y no crear una hambruna mundial que mate a millones de personas. Y no sólo eso, si no que devuelve la esperanza en los biocombustibles, tan perjudicados por las políticas de las petroleras y los países de arrasar con el maíz de medio mundo para mover nuestros medios de transporte.

Y aunque leer el artículo me lleno de esperanza, pronto me di cuenta de la realidad: ¿Va a explotar alguien esta solución? ¿Se dedicarán los recursos económicos suficientes? Vamos, ¿es una alternativa real?

Y parece ser que sí. Ayer, cenando, en el descanso del partido (ya sabéis a cual me refiero, a ese que paralizó a toda España, incluso a una no futbolera como a mi) vi un anuncio (por cierto muy chulo aunque falso) de Repsol en el que después de lindas palabras decía que creía en el futuro y el futuro era la explotación de algas para crear biocombustibles.

Sí, tiene una parte buena y una mala. La buena, pues es evidente, que si se va a explotar ese recurso, que sí puede convertirse en una alternativa de futuro. Lo malo, que va a quedarse en las mismas manos de siempre. En empresas explotadoras de recursos ajenos, que vulneran los derechos de los que residen donde se instalan. Doloroso pero así camina el mundo. En vez de convertirse en algo que pudiera favorecer a otras manos más necesitadas, va estar en el tejado de los de siempre. Lo bueno, nunca es tan bueno, y lo malo siempre es peor.

No es que este pesimista, porque la noticia es buena, muy buena, pero me duele que no sea igual de beneficiosa para todos. La esperanza de desarrollo se queda en agua de borrajas ya que si esas petroleras fueran a potenciar el desarrollo de los campos marinos de algas en los países del Tercer Mundo, aportando trabajo y financiación, me daría igual que estuviera en sus manos, pero todos sabemos que no es así, que van a sacarle el máximo provecho, independientemente de que eso signifique pasar por encima de millones de personas.

Quedémonos con la idea de que por fin se van a explotar biocombustibles que no causarán hambre, que se controlará la emisión de CO2, que se crían rápido y en el mar. Ahora, esperemos que no se tarden muchos años en explotarlo y comercializarlo, que se convierta en una alternativa real, por lo que hace falta inversión en I+D y un interés real tanto por productores como por consumidores de sustituir el petróleo como combustible para utilizar uno más racional, (me imagino que a muchos les joderá).

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