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Haití, protagonista hoy, pero mañana ¿qué?

Hoy, una vez más, los efectos de un desastre natural se han unido a los efectos de la globalización para deshacer la vida de miles de personas.

Haití, un país con una historia plagada de dictaduras, corrupción, pobreza y revueltas ha sido sacudida por un terremoto.

Un país mutilado, con gobiernos fallidos y en los últimos puestos de la lista de los países pobres del planeta sufre un terremoto y el mundo observa durante dos días cómo han perdido lo poco que tenían.

Durante una semana todos sabremos donde está Haití, cual es su capital, sabremos cómo era y como ha quedado  el Palacio presidencial, o su Catedral.

Pero, luego lo olvidaremos cómo hemos olvidado la capital de Indonesia, cuál era su principal edificio o cómo se llamaban las playas más afectadas del tsunami de hace unos años.

Son las dos caras de la globalización, lo bueno o lo malo.

Gracias a la globalización, en unas horas los países con recursos ya habían comenzado a actuar. Pero no sólo los Gobiernos, los ciudadanos conocían lo sucedido, podían poner su granito de arena, ya sea destinando recursos o desde organizaciones de ayuda. Al mediodía ya había ONG’s y bomberos volando hacia el país caribeño.

Pero es la globalización, sus efectos brutales del libre comercio, de movimiento de capitales y empresas pero no de trabajadores, la que ha convertido un terremoto en un arma de destrucción masiva para todo un país.

Sólo es una reflexión. Así de triste pero dentro de un mes, Haití será olvidado, muchos ni se acordarán de que un día fue noticia.

Los debates sobre la globalización son muchos, pero deben ir unidos sobre la responsabilidad del ser humano y su conciencia.

¿A nadie le remueve su conciencia?

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No a la X en la casilla de la Iglesia

Muchos vais a pensar que soy cansina, pero es que, la verdad, la situación de la Iglesia Católica española y sus medios económicos y de comunicación me crispan los nervios.

No puedo entender que con una Constitución tan clara como la que tenemos (con respecto a la inexistencia de una religión estatal, por que en otras cosas ya sabemos lo confusa que es), sigamos cometiendo atrocidades como la figuración de la Iglesia católica en la declaración de la renta.

Actualmente, vemos en la mayoría de los medios de comunicación publicidad para convencernos de que marquemos la X en la casilla de la Iglesia o de fines sociales. Estas casillas, como sabréis, suponen que el contribuyente decide donar un 0,7% a la Iglesia o a ONG’s.

Os preguntareis ¿porqué te molesta que se de un 0,7% a la Iglesia si el contribuyente que lo decide da una parte de sus impuestos y no de los tuyos? Pues, muy sencillo. Me molesta que exista esa opción como tal. Creo que la gente que marca una X en la Iglesia, deja de marcarla en fines sociales (pocos son los que marcan ambas), lo que significa que muchos actos sociales dejan de hacerse anualmente.

Aparte de eso, que tiene una contra argumentación ya que no todos los que marcan la Iglesia marcarían los fines sociales de no existir la primera opción, existe otra causa para mi reticencia. El Gobierno está tratando con prioridad a una determinada Iglesia cuando, claramente, la ley dice lo contrario. Puedo tolerar, aunque no comprender, que, como Estado aconfesional, el Gobierno acepte que la Iglesia figure como receptora de un 0,7% de los impuestos de algunos contribuyentes, lo que no tolero es la discriminación, que sea la Iglesia Católica la receptora de ese 0,7%. Un contribuyente católico debe tener el mismo derecho a ceder una parte de sus impuestos a su iglesia, como un musulmán, un judío o un hindú. Pero no es así, un musulmán no podrá ceder su 0,7%, tampoco un protestante, judío, un hindú o cualquier persona de religión diferente a la católica.

Entonces, si esto es una realidad, ¿por qué tanta hipocresía? ¿Por qué se dice, incluso en ley sagrada de la democracia, que España no tiene una religión estatal cuando de hecho si la tiene? Esta es una de esas infinitas ocasiones en que los hechos no coinciden con el derecho.

No sería mejor que el Gobierno predicase con el ejemplo. Que la izquierda sea izquierda, aunque sólo sea por una vez, y elimine la dichosa opción convirtiendo al Estado español en un verdadero Estado aconfesional, sin religión estatal. Me gustaría que el partido socialista fuera valiente y se enfrentase a ese poder fáctico tan poderoso en este país e hiciese lo que tiene que hacer, por los fines sociales y por el respeto a la verdadera libertad religiosa de los ciudadanos, la de todos.

Mientras, esperemos que un porcentaje alto de ciudadanos rasquen sus conciencias (porque el bolsillo no es necesario en esta ocasión) y dediquen parte de sus impuestos a que ONG’s de muchos y diferentes sectores realicen una importante contribución a un mundo mejor a través de variados proyectos sociales.

En la campaña del IRPF del pasado año, el 22% de los contribuyentes marcó sólo la casilla de la Iglesia Católica, el 33,83% señaló exclusivamente la de fines sociales y el 11,36% apoyó ambas opciones (sí, se puede, pero ya he expresado, que aún así, me parece injusto). Ojala este año estas cifras varíen y que las personas que marquen la casilla de fines sociales superen el 60% al menos. Y, ojala, en años próximos, todo el mundo marque dicha casilla, no nos cuesta nada al bolsillo y hacemos un bien a la sociedad.

Pocos son los que lo aportarían con sacrificio, haberlos haylos, pero la realidad se impone, la solidaridad suele extenderse más cuando no nos supone nada, cuando no hay que moverse, cuando se hace desde el sillón de nuestra casa y no nos cuesta dinero. Es triste, pero el ser humano es así.

A pesar de esto, siempre hay héroes, héroes cotidianos que lo dan todo, hasta lo que no tienen, por mejorar el mundo paso a paso. Por ellos, por nosotros, por todos, marquemos la X en la casilla de los fines sociales, y solicitemos al Gobierno, por justicia, por respeto a la Constitución, que elimine de la renta la de la Iglesia. La religión, perfecta, pero cada uno en su casa y la que quiera.