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Obama ¿Premio Nobel de la Paz?

Este mundo se está volviendo loco. Ayer me desperté con el notición: Obama, Premio Nobel de la Paz.

Creo que todo se desborda, que todo es una falacia y que la campaña de marketing de Obama debería de ser seguida por toda aquella empresa que quiera un éxito asegurado.

Yo fui de las que apoyó a Obama. Me gustaba, consideraba que era un buen cambio (aunque bueno, creo que cualquier sustituto de Bush hubiese sido bueno) aunque para no engañarnos siempre pensé que era el mismo perro pero con diferente collar, uno más bonito y más simpático.

Porque Obama habla, es un diplomático cojonudo. Promete y promete cosas que el mundo quiere, que los estadounidenses desean pero no lleva ni un año en el cargo.

Y en caso de cumplir sus promesa, sólo hace lo que debe, que para eso los estadounidenses han confiado en él. No hará nada que se salga de su puesto. Es el presidente de los Estados Unidos e interpone e interpondrá los intereses de su país a la paz en el mundo.

¿No habrá miles de personas que se merezcan ese premio antes que él?

Personas que se parten el culo todos los días para defender al ser humano del ser humano. Hombres y mujeres que luchan diariamente para que otros vivan mejor. Seres humanos que dedican su existencia a hacer un mundo mejor.

Pero no, el Nobel de la paz se le da a alguien que promete, promete mucho, pero en un año pocas cosas han cambiado. Estados Unidos sigue estando en Irak, sigue amenazando a Corea del Norte e Irán, no apuesta por una política clara en el genocidio palestino y siguen vigentes leyes que explotan a países vecinos como la ley Helms Burton y el bloqueo económico a Cuba.

Un presidente con todas esas vulneraciones de la carta de derechos humanos no puede ser premio Nobel de la Paz. Puede que algunos me digan que solo lleva un año, bueno, pues si corrige todo esto en los próximos tres años (cosa que dudo) entonces que se lo den en cinco o diez años, cuando se pueda hacer una valoración de su trabajo.

Pero no, se lo han dado, y han dejado en el banquillo a muchos que sí lo merecían. Los Premio Nobel se desprestigian día a día, parece que lo único que importa es crear polémica, ya que cada año son más polémicos.

Esto sólo indica que habrá que buscarse otro referente, otros premios que sí premien la labor de tantas personas que luchan y se sacrifican para cambiar el mundo. Unos premios sinceros, honestos y que reflejen algo más que las estrategias de marketing.

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Sin el embargo, la política del gobierno cubano se quedaría sin excusas.

Hoy voy a hablar sobre un tema que me implica personalmente: Cuba. Desde los 14 años tengo una relación especial con este país. He estado muchas veces, la primera por un intercambio estudiantil, las demás por temas de colaboración y por cuestiones personales. Tengo allí una treintena de amigos, unos muy cercanos al gobierno y parte activa de la revolución, otros, todo lo contrario.

A los 15 años, como a veces he comentado, era una revolucionaria nata y creía en la igualdad por encima de otras muchas cosas, lo que me hacía ser fidelista y fiel a la revolución cubana.

Hoy ya no. En esto 12 años de experiencias y conocimientos, mi interior se ha convulsionado mucho por el tema. Quería creer que podía funcionar, que Cuba era esperanza pero hoy sé que no es así. El sistema se cayó o lo tiraron hace mucho.

La igualdad tan defendida no existe, ha dado paso al igualitarismo. La falta de libertad y una economía precaria que han hecho que incluso lo mayores logros de la revolución (sanidad y educación) estén empezando a quedar en entre dicho.

En Cuba está parte de mi alma. La revolución tiene unos principios encomiables pero los principios están en manos de personas y la puesta en práctica deja mucho que desear frente al papel. El comunismo es el ideal de sociedad si las personas no fuéramos lo que somos, si la aplicación se ajustase algo más a la realidad. Aplicar el leninismo en el siglo XXI es imposible y además mata los sueños y las aspiraciones de seres humanos.

Pero, puestos en antecedentes, y sabiendo que mi relación con este país es algo personal, voy a lo que voy.

Obama, el candidato por el que apuesto en las elecciones norteamericanas, ha hecho unas declaraciones que pueden cambiar el rumbo de la historia de ambos países. Sus declaraciones son un antes y un después en la forma de entender las política internacional de Estados Unidos. Luego, si gana, veremos lo que ocurre

Quiere afrontar su relación con Cuba de una forma abierta. No apoyando al régimen (no, esto es lógico), pero si cierta europeización del conflicto. Crítica constante a la violación de derechos y, aunque esto no lo diga, que es cosecha propia, por supuesto defendiendo sus intereses políticos y económicos en la zona. Obama cree que la confrontación constante no da frutos (yo también lo creo), que es una política errónea, que hay que buscar otras formas de hacer las cosas. Habla de diálogo para apoyar el camino hacia la libertad. Seguro que su concepto de libertad, poco tiene que ver con el mío, pero es un paso. Y espero que este diálogo, suponga también acabar con el terrible embargo económico impuesto por la sin razón. Los embargos solo castigan al pueblo, nunca a sus dirigentes.

Estas declaraciones son novedosas en las relaciones con Cuba, aunque creo que Obama es un tipo inteligente y que se ha aprovechado de los cambios que se están produciendo en la isla. Si Fidel estuviera en el poder, dudo yo que esto se hubiese dado.

Raul Castro está intentando un cambio pasivo. Las críticas de los ciudadanos eran constantes y la situación imposible. En los años 90, con la caída del muro, las represiones de libertad eran entendidas. La población consideraba que era algo necesario ya que la revolución había perdido a su aliado y estaba indefensa ante Estados Unidos. Del mismo modo, entendía la situación de crisis económica que sumió al país sin la entrada de recursos permanentes procedentes de la URSS

Pero cambiamos de siglo y los cubanos no pueden más. Su paciencia se agota y a pesar de que la mayoría cree en la revolución, apoyan los cambios, los necesitan. Creen que es imposible mantenerla y añoran sistemas políticos y económicos similares a los europeos.

Hasta ahora, el Gobierno cubano acallaba la mayoría de las críticas (todas, porque las que se llegan a producir las acalla por otras vías peores) con el argumento de la defensa al ataque constante de Estados Unidos, que la economía no funciona por el bloqueo, que no puede haber libertad en Internet porque Estados Unidos lo aprovecharía para atacar ideológicamente, que muchos presos políticos no son tales, que son terroristas pagados por Estados Unidos y siempre tienen a Estados Unidos corroborando dichos argumentos.

El pueblo cubano esta a mitad de camino de una política condenada a la locura. Y en medio, la formación del pueblo (que sí es un ejemplo en medio mundo y motivo de enorgullecerse de la Revolución) que hace de los cubanos personas con una gran capacidad de análisis y juicio crítico que les hace rechazar a una sociedad como la estadounidense, que les hace cuestionarse el capitalismo extremo y la indefensión de la personas frente al mercado, que no cambiarían su sistema de sanidad (sólo cuestionado por la falta de medios) por todos los centros comerciales del mundo. Prefieren callarse las críticas a su gobierno y aguantar la represión a parecerse a Estados Unidos, a sacrificar los logros conseguidos.

Mi pregunta es está: Si Obama cambia su política, si no se enzarza en la confrontación de odio entre gobiernos que se lleva dando en los últimos 50 años, si apoya el diálogo como medio de persuasión, de cambios ( así es como se consiguen que las cosas cambien) ¿Cuál será la respuesta del gobierno cubano?

Se quedará sin argumentos para justificar tanto su política interna como externa, se quedará sin motivos para el estrangulamiento económico que sufre la isla, sin razones para la censura.

Qué ocurrirá es algo que no se sabe. Tal vez, el gobierno acelere los cambios por la defensa del poder (ahí! ¡El poder cuanto sufrimiento provoca!) o tal vez el pueblo, sin miedo al enemigo, se levante por fin y reclame el Estado que tanto anhela.

Es necesario que los jóvenes cubanos vuelvan a creer en el mañana, que no vean la inmigración como la única forma de tener futuro. Para ello, la política de los gobiernos de ambos países debe cambiar.

Estoy adelantando acontecimientos, primero Obama tiene que ser le candidato demócrata, después ha de ganar las elecciones y después hacer de sus palabras hechos (algo que no siempre hacen los políticos). Pero, dejarme un ápice de esperanza.

Cuba es parte de mí, también la revolución, por lo que no la quiero ver morir así, agonizando. Quiero que se produzca un cambio que convierta el odioso igualitarismo en igualdad de oportunidades, que haga de la dictadura democracia, y que, gracias a la formación dada al pueblo, sea capaz de desarrollar un sistema político y económico justo y solidario.

Seguro que es mucho pedir, pero creer en lo imposible me define. Creer que todo puede cambiar. Que Obama seguro que es el mismo perro con distinto collar, pero quizás este collar no lleve pinchos ni dé corriente. Y espero que Raul Castro sea capaz de ver las necesidades de los cubanos y no quiera aferrarse al poder y al pasado una vez que se haya quedado sin excusas.

Lo bueno y lo malo de Hillary y Obama

El viaje de hoy cruza el Atlántico y se fija en lo que medio mundo se fija: las elecciones del gigante. Si, evidentemente, hoy el debate es si Clinton u Obama. Digo entre ellos, porque por supuesto, sólo tengo ojos para los demócratas estadounidenses. Los repúblicanos son todos iguales a mis ojos, no comparto nada de su forma de ver el mundo, de comprenderlo, de aceptarlo.

No es que los demócratas sean mucho mejor. Parto que son similares a la derecha española, pero claro, son la única «izquierda» posible en el rey del mundo. Los demócratas, aunque no acepte su política liberal y su superioridad a la hora de mirar al resto del mundo, son mil veces más aceptables que cualquier presidente republicano, que cualquier Bush de pacotilla.

Hoy, bueno, hoy no, es ya desde hace meses, mi dilema era si Obama o Clinton. Ambos tienen cosas que me gustan. Bueno, ahora y para que no se me critique a lo largo del artículo, cuestiono lo de que me gustan. No quiero que nadie me diga «¡ah! tanto criticar al mundo y luego apoyas a los demócratas yanquis» «¡anda pero si defiendes a los demócratas!» Sé que no tengo que justificarme, pero no me cuesta hacerlo, aunque que no sirva de precedente. Como he señalado en el párrafo anterior, mi defensa a los demócratas estadounidenses parte de que analizando al pueblo de ese inmenso país y su cultura y costumbres, son la única opción política con cierta tendencia a fijarse en términos que se acercan a la preocupación social, el progresismo, etc. Y, aunque para mí, serían inaceptables en España, son pertinentes en Estados Unidos y espero que ganen en las elecciones de noviembre. De verdad, por el bien del mundo, eso espero.

A lo que iba. Tanto Obama como Clinton tienen cosas que me gustan y que no me gustan. Hillary tiene de positivo, primero, su condición de mujer. Sería un paso para la igualdad de la mujer que el presidente del país, que por desgracia, dirige el mundo, fuera una mujer. Eso, un comentario sin más, por su condición, simplemente. En el terreno político, Clinton tiene una visión más progresista del mundo, más avanzado en cuestiones morales, no es tan purista como Obama. Está más a favor de los derechos de los diferentes, de los homosexuales, de las familias monoparentales, etc… Esta visión menos conservadora puede servir para dar un paso adelante en la moral del pueblo estadounidense. Estados Unidos tiene una doble moral, un doble rasero que imponen a su forma de vivir y entender la vida. Creo que con Hillary en el poder, ese puritanismo rococó puede disminuir y hacer avanzar a una sociedad anclada en valores del pasado. Esto , además, ayudará a un cambio de la política exterior, basada en otros principios y no en los falsos pretextos moralistas que nos venden ahora. Eso sí, recordemos que gane quien gane, no van a dejar de ser yanquis.

¿Qué tiene de malo? Pues su política social inexistente. Estados Unidos seguirá viviendo en un liberalismo excervado. Tiene una parte pésima para esos 80 millones de ciudadanos que viven por debajo del umbral de la pobreza en la primera potencia mundial.

Por el otro lado está Obama, y es precisamente, el lado opuesto a Clinton. Es hombre, pero negro (no voy a decir de color, porque es un eufemismo que odio, es negro y punto y para mi es tan normal y tan digno como ser blanco, mujer, niño, o padre, simplemente, es una condición más). Aunque lo de hombre no aporta nada, es como siempre, hombres que gobiernan el mundo, lo de negro es positivo. Ya era hora que se superen los prejuicios. En una sociedad con un alto indice de población negra, lo curioso era que aún no hubiese habido ningún presidente negro. Era uno de los elementos clave que indicaban que esa integración de la población negra tan brillante de la que siempre ha presumido Estados Unidos era mentira. Seguirá siendo mentira aunque gane Obama, pero será un paso adelante.

Pero bueno, eso también es por su condición humana, no por su política. Es curioso que lo que me gusta de Hillary sea lo que me repele de Obama, y lo que me gusta de Obama sea lo que más deteste de Hillary.

Obama es un tipo que describe muy bien al ciudadano medio estadounidense. Es religioso, defensor de la familia tradicional, vamos, es un conservador. No se le ha oído palabras fuera de tono, siempre respetuoso y lo contrario al progresismo ideológico.

Pero tiene una parte social encomiable. Defiende la seguirdad social y las ayudas para los más desfavorecidos, quiere aumentar los servicios educativos y la asistencia social. Y esto es suficiente como para que yo, que veo el mundo de culo, lo apoye. Creo que a pesar de ese conservadurismo en la vida privada, que tanto aborrezco, que huyo de él en mi vida cotidiana, merece la pena que gane. Un político que apueste por un sistema de bienestar, aunque no pueda ser comparado ni tan siquiera con el estado europeo con el peor Estado de Bienestar, merece su oportunidad. Creo que si Estados Unidos mejora socialemente a nivel interno, también puede apoyar una mejora social a nivel mundial.

Ojala Obama apueste, aunque no sea por solidaridad, sino por esa caridad cristiana que tanto odio, por una mejora de las condiciones de los más desfavorecidos, que apueste por una política de ayuda contra la pobreza.

Sé que el mundo no va a cambiar gane quien gane, sé que Estados Unidos tiene una política internacional imparable que destroza todo lo que toca. Puede que me acusen de antiestadounidense, pero no es verdad. Soy contraria a los ataques irracionales al resto de los seres humanos, de la imposición de valores, de los dobles raseros, de las presunciones de cualquier tipo. Si Estados Unidos dejará de actuar así, yo no tendría nada contra este país. Pero su actuación me espanta continuamente y por lo tanto la critico sin remilgos. Ya veis que también critico a Europa, a España, a mi misma, vamos, critico todo lo que no me gusta.

Pero, haga lo que haga Estados Unidos diariamente, espero que esta vez su población no me decepcione y desmuestre su desaprovación a la política republicana. La victoria de Bush en 2004 me cayó como un mazazo.

Espero que gane Obama y haga reducir, aunque sea, la desigualdad interna y que ese inmenso número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza en la primera potencial mundial disminuya y que tantos y tantos miles de trabajadores tengan una mínima asistencia social y una educación pública de mayor calidad.

Si gana Hillary, también me alegraré, aunque sea por su condición de mujer y por su progresismo. Cualquier demócrata será mil veces mejor que el mejor de los republicanos.

Estaré atenta.