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Otra razón más para la memoria histórica

La maleta de Agustí Centelles y sus secretos es una razón más para exigir que haya una ley digna de la memoria histórica. Las vergüenzas españolas escondidas en una maleta, que se abrió en 1976 pero que no han supuesto nada. ¿cómo podemos seguir con nuestras vidas después de ver la verdad? Ya no pido que reclamemos los procesos de Chile, pero un mínimo de dignidad y de reconocimiento, ya no sólo a los muertos, si no a todos aquellos que vivieron con miedo durante cuarenta años.

Esta maleta y las miles que hubo y se perdieron son un ejemplo más de lo miserable que es meter la basura debajo de la alfombra.

No entiendo ni entederé jamás que los españoles solo miremos hacia delante, porque el que camina sin conocer sus pasos puede tropezar incesantemente.

Por la dignidad del pueblo español y de una verdadera ley sobre la memoria histórica.

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Rosario, la Dinamitera: una razón más para la defensa de la memoria histórica

Rosario, la Dinamitera, falleció hace unas semanas. La musa de Miguel Hernandez murió a los 88 años. Pero, ¿Por qué he decidido hablar hoy sobre ella?

La verdad es que es por ella y por todos aquellos que dieron su mano, su pierna o su vida por defender en lo que creían. España les debe mucho, todos les debemos mucho. Nuestro sistema actual es tal gracias a la 2ª República y a todos aquellos que lucharón hasta el final por ella. El fascismo venció y con ello supuso el olvido de tantos heroes y heroinas.

Rosario llegó a Madrid y se hizo militante comunista antes de que estallara la Guerra Civil. Cuando comenzó la guerra tenía diecisiete años y se incorporó a las Milicias Obreras del Quinto Regimiento. Rosario, como cualquier chica de su edad, no conocía nada de instrucción militar ni de artillería. Con las milicianas republicanas, entre ellas Angelita Martínez, Consuelo Martín, Margarita Fuente y Lina Odena, participaron por primera vez en el frente y armadas, lejos de las tareas clásicas de auxiliares y enfermeras de la mujer en la guerra. Tras dos semanas de enfrentamientos, en las que lograron contener a los rebeldes nacionales, la guerra en la sierra dejó de ser una batalla abierta para convertirse en una batalla de posiciones y fue destinada a la sección de dinamiteros, fabricando bombas de mano caseras. Allí, manipulando dinamita, perdió una mano al estallarle un cartucho, acto cantado por Miguel Hernández en el poema Rosario, dinamitera. Herida de gravedad, la operaron en el hospital de sangre de la Cruz Roja en La Cabrera, donde consiguieron salvarle la vida.

En aquel momento era la única mujer dinamitera. La pérdida de su mano la hizo más fuerte y luchadora. Siguió combatiendo hasta el fin de la guerra cuando tuvo que huir con su padre. Los capturaron y ella fue encarcelada y condenada a muerte. Al final, le conmutaron la pena a cambio de 30 años de prisión.

En la democracia se le concedió un estanco, debe ser por agradecimiento, por dar su mano a cambio de la democracia y la libertad. ¡Que ironía!

No entiendo nada. Nada de lo que ocurre en este país, de cómo somos capaces de mirar a otro lado, de echar tierra a las heridas. En otros países con historias igual de terribles que la nuestra se penalizan y prohiben partidos que defendieron la barbarie, que aniquilaron los derechos humanos. Hacen homenajes a las víctimas y les dedican un gran espacio en la agenda. Incluso, el mundo quiso reconocer a otras víctimas y les entregó un país (ya dije mi opinión al respecto hace poco). Yo no pido tanto.

Reclamo un reconocimiento a Rosario, a las Trece Rosas y a tantas y tantas mujeres, y a tantos y tantos hombres que murieron, fueron asesinados, torturados, exiliados por sus ideas en nuestro país. Que se dedique un espacio cultural, en las calles, en los institutos, en las universidades. Repito uno de mis lemas: «el pueblo que olvida su historia, se ve condenada a repetirla». El conocimiento de lo que ocurrió no debe ser tan sólo en la clase de historia. Tiene que haber jornadas, conferencias, actos dedicados a los defensores de la patria. Por que ellos son los que realmente la defendieron ya que España es una tierra libre, que lucha por mejorar, por respetarse a si misma, gracias a ellos.

Y lo que más colma mi paciencia, que me hace gritar y enfurecerme es que nadie persiga ni impida que partidos como la Falange sigan existiendo y puedan presentarse a las elecciones. No voy a meterme si estoy o no de acuerdo con la Ley de partidos (tengo que dejarme temas para otros posts), pero si existe y está vigente es para que se aplique a todos por igual. Si Batasuna es ilegal, otros partidos que defienden y abogan por la violencia deben ser también ilegales.

¿Cómo es posible que haya partidos como España Nueva, la Falange? ¿Como es posible que nadie se revele? No comprendo que a nadie le parezca mal. Y entiendo que muchos de nuestros abuelos se revuelvan en su tumba.

¿Cómo es posible que si defiendes la Ley de Memoria Histórica te acusen de comunista? Apoyar la defensa de la memoria histórica es un sintoma de demócrata, de justo, de digno, pero no de comunista. Es muy triste que determinados medios de comunicación sigan en la defensa de las dos Españas cuando lo pertinente es enterrar a la dictatorial, la fascista y la injusta. Sólo debe existir una España, la de la democracia y el respeto, pero también la de la justicia. Un país no puede crecer si aún tiene escondidas fosas comunes, si no reconoce a sus heroes y si no castiga a los culpables.

Si, muchos, dirán: «eso provocaría otra guerra civil«. Eso dijeron en la transición, para que tragasemos tantas cosas que provocarán problemas durante años. Sí, nos amenzan los pocos que quedan. Nos chantajean y bajamos la cabeza. Lo hicimos, lo hacemos y lo haremos. Me duele pero me resigno, debe ser la condición del español. La ley de defensa histórica no fua aplaudida como tuvo que ser y para poder ver la luz tuvo que rebajar su nivel de justicia ¿Pero cómo es posible?

Realmente no lo sé. La maduración de España como país está aún por llegar y estamos lejos, si señor, muy lejos. Y mientras no saldemos las cuentas con el pasado, la historia se cuente a medias y nuestras calles y parques conserven símbolos franquistas, no daremos ni un paso adelante.

Sé que no es mucho, que la sociedad debería haberte reconocido, a tí y a tantos otros, pero este es mi homenaje. Va por tí, Rosario.