Ya llevaba un tiempo comentándoos que estaba pachuchilla y que tenía mi conciencia bloguera algo apagada. Y la verdad, creo que esto no va a cambiar mucho.
Voy a escribir aunque no sea tan frecuente. Y como este blog forma parte de lo que soy y de lo que siento, creo que es un buen sitio para desahogarme, aunque eso signifique compartir mis pensamientos con toda la gente que cae por aquí ya sea intencionadamente o por casualidad.
Estoy pasando unos días algo duros. Personalmente, desde el jueves he vivido un huracán de sentimientos, aunque después de la tormenta siempre viene la calma. Y ahora, ya ha llegado un poquito esa calma que necesitaba para no explotar.
El jueves me dijeron que el bulto que tenía en el pecho desde el verano, y que habían estado tratando como un absceso, era un bulto cancerígeno y que había que detectar que tipo de tumor era para saber si sólo tendrían que operarme o también habría que darme quimioterapia.
Estas mismas palabras, hace tres días, se me atragantaban en la garganta y parecían un hueso cruzado que no me dejaba respirar. Hoy, ya sólo es un hilito de tristeza pero que va desapareciendo para darme fuerza.
El jueves 30 mi mundo se volcó y todo lo que esperaba, creía, vivía, pasó a un segundo plano. Cuando me lo dijeron, mi madre y mi tía se derrumbaron pero algo raro me sucedió a mi. Era como si estuviera desdoblada, yo no era yo, yo no sentía, no oía, nada. No podía llorar, ni pensar, nada de nada.
Cuando llamé a Iña, mi marido, se lo dije muy, muy, normal, como si se me hubiese caído un botón de la camisa, nada más. Pero, fue hablar con el médico de la unidad de mama y que el dijera en alto la palabra operación y quimioterapia y todo el torrente de sentimientos volvió a mi cabeza.
El jueves lloré todo lo que he llorado en mi vida junto. La cabeza pensé que me reventaba y era un sentimiento incontrolable. Mi familia destrozada, mis amigos bloqueados y mi marido hundido. Ha sido muy, muy, duro.
Hoy todo parece diferente. Estoy mejor y no creo que sea el fin del mundo. La palabra cáncer es terrible, es un tabú en nuestra sociedad. Es cómo el gran mal. Pero si miro datos, es una enfermedad tratable y curable. Es verdad que el proceso es duro y que conlleva tratamientos fuertes, pero soy fuerte. Siempre lo he sido y esto no va a acabar con mi forma de ser, no, no voy a estar llorando por las esquinas, no. Yo no soy así.
Ya he tenido mi duelo, ahora es el momento de luchar. Tendré mi penita por dentro, y sé que va a ser duro, pero tengo que sacar la mejor de mis sonrisas para que esto pase cuanto antes y trastoque mi vida lo menos posible.
Aquí estoy, preparada, y en los momentos que tenga, en la lucha por la concienciación social, para colaborar desde este blog con mi granito de arena para que el mundo sea mejor, ya que aunque yo tenga un tumor cancerígeno el mundo sigue caminado, con sus bondades pero también con sus miserias.