Sí, por fin, hoy es 13 de junio. Después de dos años y medio de caóticas obras, de críticas, de reproches, de dudas y un mes pasado por agua, llega el día de la inauguración.
Desde hace dos semanas el miedo a no llegar tiempo era tal que todo apuntaba a catástrofe y el diluvio universal amenazaba con comerse Zaragoza. Parecía imposible llegar al punto donde estamos hoy. Un día radiante, calor y la Expo abriendo sus puertas a las 9 de la noche.
Sé que suelo utilizar el blog para criticar lo que ocurre a diario, para hacer pequeñas llamadas de atención, para que no se me duerma la conciencia, pero hoy me puede el sentimiento de maña. Yo que odio los nacionalismos, que me siento de allí donde estoy, hoy me siento más de mi ciudad que nunca (a los 15 pensé que este sentimiento nunca me llegaría, pero me equivoqué).
El martes tuve el privilegio de estar en el ensayo. Ensayaban un día ordinario, no la inauguración. La verdad es que el recinto me encantó. Los edificios, los espacios y parques, los pabellones….
La verdad es que llegamos muy justo. Para la perfección hubiésemos necesitado tres meses más de obras pero lo conseguido, por lo menos, se merece un notable. No sólo es algo bonito de ver, es algo que incita a la participación, a la interacción con plazas y edificios, uno se siente parte activa de la muestra.
Es verdad que el martes había muchas maquinaria por el medio, muchas cajas por desembalar, vitrinas vacías, césped por plantar y barro por las lluvias. Me imagino que las autoridades hoy verán todo en su sitio, aunque sea aparentemente.
Cuatro pabellones no abrirán sus puertas hasta finales de mes y algunos otros aprovecharan las noches para los retoques, pero a pesar de los detalles, uno pasa los tornos y se queda boquiabierto.
Hace diez años vivía al lado de donde ahora está el recinto. Eran campos y más campos. Algo abandonados, la orilla del Ebro era inutilizable (bueno, las parejas lo usábamos para irnos a dar cuatro besos a escondidas), parecía increíble que en medio de la ciudad tuviéramos eso así.
Hoy nada es lo que era. Paseé por las nuevas calles y parques y costaba reconocer la zona. Lo que ayer era abandono, mañana será un parque empresarial sin precedentes.
Es verdad, si nos ponemos puristas, que la Expo no es todo oro lo que reluce, se ha cargado parte del ecosistema (los mosquitos disminuirán y muchos otros insectos) pero hay que ser realistas. Zaragoza estaba abandonada. LLegabas después de vivir un tiempo fuera y parecía que habías viajado a los años 50.
Hoy, por fin tenemos un ciudad del siglo XXI y es gracias a la EXPO (sin el dinero recibido, dejarla como hoy está hubiese costado 20 años). Por fin los ciudadanos podremos vivir cara al río. No será el Ebro es río por el que luchamos inútilmente para que nos den un Pacto del Agua que nunca llega. Teniendo el río más caudaloso de España seguimos teniendo zonas desérticas, los regadíos abandonados y grandes problemas para el abastecimiento de agua en verano en los pueblos de medio Aragón.
Sé nos tacha de insolidarios sin conocer la realidad de la Tierra. Los zaragozanos éramos, con respecto al resto de los aragoneses, los más privilegiados al tener al río pasando por nuestra puerta, pero lo teníamos abandonado. Hoy, por fin, podremos pasear por las orillas, tener mini playas para refrescarnos de los 40 grados de agosto y unos puentes dignos y necesarios para una ciudad que crece sin precedentes y necesitaba infraestructuras para no quedar fuera del mapa estratégico.
Me alegro de que hoy haga un buen día y espero que esta noche todo el mundo quede igual de impresionado que yo. Y, de verdad, lo mío no es ningún sentimiento nacionalista, ni regionalista, ni nada por el estilo, simplemente es que me siento feliz porque el proyecto haya salido bien (aunque no perfecto). También es verdad que lo que han hecho me hubiese hecho sentir igual de sorprendida y maravillada si hubiese estado en Valencia, Badajoz, Santander, Burgos o Cuenca. En este caso, lo único es que lo hubiese disfrutado mucho menos tiempo, pero igual de alucinada.
Ya era hora de que la ciudad tuviera unas instalaciones decentes, propias de los tiempos que corren. Ahora solo faltará mejorar el transporte urbano. Esta sigue siendo nuestra deuda pendiente.
Mañana pasaré el día en la muestra. Tengo un pase de temporada y pienso aprovecharlo al máximo. Es la primera vez que tengo la oportunidad de asistir a una gran variedad de conferencias sobre agua y desarrollo, con eminencias en los temas y pienso ir a las máximas posibles y luego contaros desde aquí lo más interesante, lo que he aprendido o que me ha disgustado.
Espero disfrutar y aprender. Y de verdad, siento si os aburre el tema pero estoy ilusionada. Y este blog soy yo misma, con mi forma de ver el mundo, pero también de sentirlo y esto no podía quedarse en el tintero.
Si tenéis algo de tiempo, os animo a pasaros un par de días por la muestra. Buscaros el evento que más os guste y fijar la agenda. Creo que merece la pena.