Hoy tenemos algo de que alegrarnos, hoy es un buen día para los vascos, para todos los españoles, para el mundo en general: se han detenido a seis personas vinculadas a ETA, entre ellas el número 1, Francisco Javier López Peña, alias Thierry. La esperanza es enorme y se debe felicitar a las fuerzas de seguridad tanto francesas como españolas ya que su colaboración nos da alegrias como está.
Pero en el fondo tengo hiel en la boca ya que esto no es una guerra, es terrorismo y la cosa cambia. En una guerra en la que se enfrentan dos bandos, dos países, cuando se detiene al máximo exponente del otro bando, la guerra finaliza. Lo mismo ocurre en la lucha contra el crimen, cuando la detención es de un ladrón, un asesino, etc, los crimenes acaban. Pero el terrorismo tiene un comportamiento bien distinto.
Con lo grupos terroristas, que vinculan su violencia, sus crímenes, a la defensa de una idea determinada (sea real o no), la cosa cambia. Detener al número 1, al malo malísimo de Thierry, no significa acabar con ETA, del mismo modo que detener a Osama Bin Landen (por mucha alegría que le diara a los estadounidenses -y al resto-) no significaría acabar con Al Qaeda.
Parece que muchos políticos y muchos ciudadanos no han asumido este hecho. El terrorismo no se parece a ninguna otra forma de violencia, ni guerra, ni crimen. Detener a todos los pertenecientes a una banda terorista hoy, no acaba con dicha banda, siempre habrá gente dispuesta a seguir su causa. Es la clave del terrorismo y, por desgracia, su fuerza.
El terrorismo no se combate con detenciones. Lo que no significa que no se detenga. Hay que deternelos, juzgarlos y responsabilizarlos de sus actos como marque el Estado de derecho, ni más ni menos. Pero también hay que ser realistas, buscar las causas originales del conflicto, ir a por ellas, intentar cambiarlas en la medida de lo posible, no dándoles lo que piden si no analizando qué es lo que ocurre y ver si hay variaciones de la situación, si puede cambiar o es un conflicto permanente.
Sé que es fácil decirlo, que la aplicación de esto es difícil y que ya vuelvo a meterme en un tema que puede traerme más de un problema, pero no voy a callarme, es mi blog y para decir lo que siento y lo que pienso lo cree.
Reconocer que las políticas llevadas hasta ahora son erróneas es un principio. LLevar a la carcel a todos los etarras no acabará con ETA, algo que debe asumir el PP, Rosa Diez, el PSOE, Sabater y aunque no puedan soportarlo, también las víctimas.
La palabra negociar es dura, muy dura, sobre todo para las víctimas, pero es la única solución a los conflictos terroristas. Puede que haya una parte de ETA que minase el diálogo con Zapatero (uno ya está detenido) pero intentarlo una y mil veces es la única vía que tiene el Estado para acabar con los grupos terroristas. Diálogar es, aunque nos duela, ceder en una parte. Por supuesto, que sólo hay que ceder en aquello que nos deje el Estado de derecho, no hay que regalarles nada, pero siendo conscientes que es la única forma de no perder en lo importante, en vidas humanas.
Un Estado democrático y de derecho siempre pierde algo en una negociación ante los terroristas pero es preferible ceder soberanía o autogobierno antes que seguir perdiendo personas en el camino.
Joder, jode. Somos humanos y por tanto orgullosos por nacimiento, y además es injusto, pero yo soy partidaria del derecho a la vida por encima del derecho a la justicia cuando hablamos de terrorismo.
A las víctimas esto les partirá el alma, todos queremos el tributo a nuestros muertos, pero el Estado de Derecho ha de estar por encima de las víctimas y de los verdugos, para defender lo básico, la vida.
El castigo ha de existir, por supuesto, pero partiendo de la base que el terrorismo es terrorismo. Siempre habrá quien crea en ETA y se levante y mate, por muchas detenciones que haya.
Lo de hoy es un éxito increible, del que todos debemos estar contentos, pero sabiendo que la única forma de acabar con ellos, de acabar con la violencia es siendo conscientes de que un día, a alguien, le tocará sentarse en una mesa frente a ellos, darles algo a cambio de vida, y, tristemente, viendo pasear libres y por la calle a todos aquellos que no tengan delitos de sangre.
Me duele igual que a cualquiera, no os creais, pero soy consciente y asumir la realidad es parte de la solución, aunque me reviente, me queme el alma.
En mi nombre, si a la vida, a las que todavía no han sesgado, y por lo tanto, sí al diálogo, la única forma de acabar en democracia con el terrorismo.